Inma Benedito es una de esas periconas a las que le gusta vivir nuevas experiencias alrededor el mundo. Tras haber cursado su tercer año de carrera en Montpellier, Francia, ahora continua su formación al otro lado del charco, en Sao Paulo, Brasil.
¿Por qué decidiste irte de intercambio?
Por varias razones. Una por el hecho de aprender y perfeccionar idiomas. Por eso en un principio me fui a Francia, porque ya había estudiado el francés. Por el hecho de conocer otras culturas. Es una tradición irse de erasmus por así decirlo. También decidí irme porque me cansaba la monotonía de la universidad, y cambiando de un sitio a otro aprendes cosas nuevas, otras culturas, aprendes a adaptarte mejor a los lugares, conoces a más personas…
Al fin y al cabo todos los intercambios que ofrece la universidad son oportunidades y muchas veces además te dan dinero. Y es una verdadera pena desaprovecharlo. Todo lo que me brinde la universidad yo quiero aprovecharlo porque no sé si en otro momento voy a poder ir a Brasil, Latinoamérica o a cualquier otra parte. Escogí Brasil por el hecho de que me apetecía conocer la cultura latinoamericana y aprender el portugués.
¿La UC3M te lo pone fácil a la hora de irte de intercambio?
Difícil desde luego no lo pone. Tengo compañeros que para irse de Erasmus, por ejemplo, tienen que realizar un dossier con una carta de motivación, explicando por qué quieren irse de intercambio. En la UC3M, en la mayoría de los casos, simplemente eliges la plaza que quieres y ya está. En ese sentido es mucho más fácil que en otras universidades o países. Por otro lado, en el programa de Movilidad No Europea, la UC3M da una serie de becas a los alumnos que se vayan de intercambio según su renta y su nota media.
En cambio, no estoy de acuerdo con el sistema de reparto de plazas. Por ejemplo, si a mi me conceden mi segunda opción y tras varias adjudicaciones la primera plaza que yo solicité se queda libre, en vez de dármela a mi, se la dan a una persona que no había obtenido plaza porque tiene una nota media menor que la mía. Eso me parece injusto.
¿Qué te han aportado personal y profesionalmente estas dos experiencias? Profesionalmente el hecho de poder hablar dos lenguas (francés y portugués). Personalmente la capacidad de adaptación que he adquirido. De llegar a un lugar y que todo sea ajeno a ti y tener que lidiar con eso: tener que conocer otra cultura, hacer nuevos amigos, tener que conocer a profesores nuevos, universidades distintas… Y al final todo eso te acaba aportando muchísimo personalmente.
¿Qué crees que te has perdido no estando estos dos años en la UC3M?
Pues principalmente asignaturas. Un problema que existe cuando te vas de intercambio es que convalidas las asignaturas sin saber hasta qué punto se asemejan a las de tu universidad de origen. Yo estoy haciendo una carrera distinta a la que están haciendo algunos compañeros que no se han ido de intercambio. Para bien y para mal. He escogido asignaturas que yo pensaba que iban a ser parecidas a las que tenia que hacer en la UC3M y me he encontrado con asignaturas que no tenían absolutamente nada que ver.
Luego por supuesto el hecho de compartir más tiempo con mis amigos de Madrid de los primeros años. Al haberme ido fuera los lazos se han estrechado más entre las personas que se han quedado. Y al haber estado lejos dos años seguidos no puedes pretender tener la misma relación de amistad con esas personas.
¿Te arrepientes? Sí, te puedes llegar a arrepentir, pero realmente no es una cosa irreversible: las amistades las puedes recuperar siempre. Pero irte de intercambio sí que es algo que probablemente no puedas repetir en el futuro, con todo lo que ello conlleva.
¿Qué principales diferencias has encontrado entre las universidades de destino y la UC3M?
Para empezar, que tanto la de Brasil como la de Montpellier son universidades públicas de verdad. No son universidades que dicen “soy pública” pero luego tienes que pagar 1700 euros de matrícula. En la USP (Universidad de Sao Paulo) no se paga nada. Es todo por y para el estudiante. Tiene un comedor universitario increíble: el menú cuesta 80 céntimos. Y sí, Latinoamérica es barato, pero hay que tener en cuenta que Sao Paulo es la octava ciudad más cara del mundo. En Francia es parecido: en Montpellier los estudiantes pagaban alrededor de 200 euros al año de matrícula.
En la Universidad de Sao Paulo y en Montpellier he conseguido que los profesores sepan quién soy. En los dos años que estuve en la UC3M los profesores no sabían quién era. Sí, les sonaba mi cara, pero yo simplemente era un número. En Sao Paulo por ejemplo, al ser el número de estudiantes más reducido en las clases, los profesores saben quién eres y se preocupan por ti.
¿Qué les recomiendas a los futuros estudiantes de intercambio?
Que escojan un lugar donde quieran ir verdaderamente y que sientan que si acabaran la universidad igual no tendrían la oportunidad de ir más. Que valoren eso.
Patricia García Pérez
(@patriuska3)