El pasado jueves 19 de noviembre, me puse en marcha con el trabajo final de Historia de España sobre las migraciones, y entrevisté junto a dos compañeras más (Elena García y Andrea Bravo) a Ossamah Abdul Mohsen, refugiado sirio. Sí, aquel que mientras llevaba a su hijo pequeño en brazos, una periodista húngara le puso la zancadilla.
Quizá lo que me llevo de la entrevista no son las respuestas que tan amable y sinceramente me respondió; quizá lo que me llevo es la bondad y agradecimiento que desprendían sus ojos, de hecho nos invitó varias veces a comer, y ante nuestra negativa, nos trajo unos trozos de Kit-Kat. Suena materialista, pero este minúsculo detalle marcó un punto de inflexión en la entrevista que realizamos, diría que la hizo más familiar.
En el marco de la entrevista, Ossamah no pudo ser más claro, respondió conciso y no rechazó ninguna pregunta, incluso las que igual no eran muy de su agrado. Dio titulares tan sorprendentes como: ‘’Yo he perdonado a la periodista húngara, en el mundo hay personas de todo tipo’’. Me voy a parar a analizar esta frase. Por sorprendente que parezca, Ossamah no tiene ningún prejuicio sobre esta periodista que mostró su lado más negro ante todo el mundo con su acto inhumano, a pesar de publicaciones que hizo el ABC hace unos meses diciendo todo lo contrario. En cuanto a la segunda parte de la oración, según lo que quiso decir el sirio, es que hay gente que respeta la entrada de refugiados a sus países, mientras otros no. En este contexto, destacar que él hizo una clasificación de los países donde le trataron mejor: poniendo a España en la cabeza (a pesar de comentarios que últimamente se leen por redes sociales o que se escuchan por los pasillos del edificio 17), seguida de países como Italia, Alemania o Austria. Calificó como peor respecto al trato a Hungría.
Seguiré con más frases que dijo el que ya es residente en Getafe: ‘’Estuve viviendo dos años en Turquía, decidí irme de Siria porque veía todos los días bombas, y no quería eso para mis hijos’’. Cuanto menos escalofriante. Me imaginé lo que sería asomarme desde la ventana de mi residencia y ver cómo bombardean todo mi alrededor, eso teniendo suerte de que el proyectil no cayera encima mío. Normal que se fuese de allí. Y ahora es cuando quiero que me escuchen todos aquellos que están en contra de la entrada de refugiados, o los que se posicionan sobre luchar allí. Pues bien, esta gente simplemente busca una vida mejor, y la buscan en Europa, porque es donde se encuentra un mercado laboral reputando una potencia económica; al igual que nuestros bisabuelos marcharon a Argentina, por ejemplo. ¿Que hagan ellos la guerra allí? Por un lado, dudo que la población quiera ser partícipe de una matanza entre vecinos, entre gente que comparte su cultura, lengua, y seguramente tengan más ideas en común que diferencias. Por otro, en caso de que esta gente disponga de armas, muchos de ellos civiles inocentes, morirán. Pero claro, esto es un mal menor para alguno, porque ‘’siempre muere gente inocente, es lo que hay’’. Qué rabia.
Por supuesto le preguntamos sobre lo que opinaba respecto los atentados en París, nos dijo lo siguiente: ‘’Ni yo ni nadie de los míos respetamos el terrorismo, por tanto lo ocurrido en Francia es una catástrofe. Pero esto lleva ocurriendo en Siria tres años y nadie sabe nada de ello’’. Ningún matiz que comentar, está todo contenido en las declaraciones de Ossamah. Sólo puedo afirmar lo que dice y quitarme una venda de los ojos llamada ignorancia, e informarme sobre lo ocurrido en Siria durante los últimos años. Lo he hecho, y os recomiendo hacerlo. Hay muchos datos espeluznantes ocultos tras un velo, el tráfico de armas respaldado por grandes poderes económicos que por desgracia nos pillan muy cerca.
Para acabar, me gustaría hablar sobre la sensación con la que salí de su casa. Bien, diría que estoy orgullosa de que haya gente como él, dispuesto a colaborar con unas estudiantes como nosotras ofreciendo su mejor sonrisa, al igual que su hijo mayor, que nos abrió la puerta encantado. Orgullosa de que en territorio español haya al menos una persona honesta de cada 10, que hacen falta. Y si me voy con ganas, es de que más personas como él, con ese ánimo y con esas ganas de luchar, lleguen aquí. Por eso me da pena que los tintes de racismo por lo ocurrido recientemente llenen la actualidad… los refugiados no son terroristas, ni muchísimo menos. Da pena que gente como Osama y su familia se queden por el camino de la libertad. Su libertad. Nuestra libertad.
Marina García Álvarez