Irantzu Varela nació en Portugalete (Vizcaya) en 1974. Es periodista y activista feminista desde hace muchos años, y es conocida por su microespacio feminista en La Tuerka, llamado El Tornillo. Sus vídeos se encuentran en la web de la cadena, en Público TV o en Youtube. En ellos vemos como semanalmente aborda en cuestión de cinco minutos, un tema específico sobre feminismo, que puede ir desde la custodia compartida, hasta una crítica al machismo en los medios de comunicación, pasando por una protesta a los cánones de belleza que impone el patriarcado.
También participa en Faktoría Lila, un espacio de aprendizaje, creación y acción feminista que aboga por la construcción de un nuevo mundo donde las mujeres gocen de una mayor libertad sin estar sometidas a mandatos de desigualdad. Es autora del libro El feminismo tiene mala prensa y en las pasadas elecciones generales fue cabeza de lista de EH Bildu para el Senado en la provincia de Vizcaya. Podemos encontrarla también como tertuliana en algunos programas de la ETB2 (por ejemplo, Sin ir más lejos) y en numerosas charlas que tienen como objetivo arrojar un potente chorro de luz feminista en una sociedad que, a día de hoy, sigue sumida en cánones machistas.
Guillermo Luna: ¿Feminista se nace o se hace?
Irantzu Varela: Yo creo que como dice Simone de Beauvoir que mujer no se nace, sino que se hace a través de un proceso de socialización que te impone cómo debes de vivir; lo que se considera feminidad en esta sociedad.
Creo que, a la vez, en este proceso empiezas a sentir todas las incomodidades, todas las opresiones y todas las coartaciones de libertad que supone el hecho de imponerse a una menera de ser mujer.
Entonces, creo que según te van obligando a ser mujer, te vas haciendo poquito a poco feminista. Yo digo siempre que es cuestión de tiempo. Todas las mujeres nos acabamos haciendo feministas en alguna época de nuestra vida. La pena es que algunas lo hacen ya muy mayores. Pero creo que te vas haciendo feminista desde que naces paulatinamente.
G.L: ¿Es posible llegar a construir una verdadera sociedad feminista y destruir este sistema patriarcal?
I.V: Si no lo creyera, me daría asco porque con todas las mujeres que están sufriendo en el mundo y tantos hombres que también ponen esfuerzo para esto…Yo creo que sí. Acabar definitivamente con el patriarcado no sé si será posible porque hay cuestiones muy sutiles y muy lógicas, pero crear una sociedad en la que las mujeres tengamos los mismos derechos y oportunidades que los hombres, que es lo que busca el feminismo y lo que queremos, sí se puede conseguir.
De hecho, la historia de los últimos siglos demuestra que es posible. Cuando se pensaba que las mujeres pudieran votar era una utopía, la lucha de las mujeres demostró que eso no era así. Debemos mucho a esas mujeres que históricamente han creído que con el patriarcado se podía acabar.
G.L: ¿Piensas que el feminismo es una ideología?
I.V: Creo que el feminismo es una teoría política porque es una herramienta para canalizar la sociedad. Eso es, de hecho, lo que se hace desde las academias y cátedras de género.
Es un pensamiento político que busca acabar con un sistema de dominación universal como es el patriarcado. Desde ese punto de vista, sí que sería una ideología, pero también es un movimiento social que ha tenido durante los últimos siglos una historia de revolución y de conseguir objetivos sin ejercer la violencia en ningún caso desde el bando feminista, que no creo que hayan sido logrados por otras ideologías.
También es una experiencia de vida. Es una manera de vivir y de instrumentar esa experiencia. Por tanto, sí creo que es una ideología, pero también va más allá de una ideología.
G.L: ¿Se puede ser feminista y de derechas o el feminismo es un movimiento exclusivo de la izquierda?
I.V: El feminismo es un planteamiento emancipador, libertario, anticapitalista y profundamente antisistema. Entonces, se me hace muy raro ser de derechas y feminista. Otra cosa es que haya mujeres de partidos de derechas que peleen por la igualdad y los derechos de las mujeres, pero el feminismo como tal es profundamente un ideario de izquierdas. Veo muy difícil ser de derechas y feminista.
G.L: Las estadísticas muestran cómo los asesinatos machistas en los últimos años, lejos de descender se mantienen prácticamente igual o, incluso, aumentan ligeramente. ¿Qué estamos haciendo mal para no lograr revertir la situación?
I.V: Creo que estamos haciendo mal muchas cosas, pero no necesariamente eso significa que vayamos a peor. Pienso que poner el foco solo en los asesinatos y en las agresiones es el principal error. Al fin y al cabo, es una manifestación extrema de una violencia que es muy estructural y que se encuentra en todos los ámbitos de la sociedad.
Lo que estamos haciendo mal es no analizar que los asesinatos y las agresiones no se explican como hechos cometidos por locos aislados o gente que está mal de la cabeza. Tampoco se explican desde ninguna perspectiva de drogas, alcohol, situaciones socioeconómicas o individuales. Se explican desde la construcción de una sociedad que legitima, aunque solo sea por omisión, la discriminación de las mujeres. Cobramos menos, no estamos representadas políticamente, no estamos representadas en los medios de comunicación. Se nos discrimina sistemáticamente y sistémicamente y no pasa nada. Entonces, cuando se nos asesina, tampoco pasa prácticamente nada.
La clase política tiende a decir que la violencia contra las mujeres es una lacra. Como si fuera algo que no sabemos de dónde viene y que no se pudiera evitar. Eso no es así en absoluto. Esta violencia es fruto de una sociedad que legitima e ignora a propósito el machismo.
G.L: En este punto, las instituciones gubernamentales juegan un papel muy importante. ¿Cómo crees que deberían actuar para modificar este escenario en el que nos encontramos?
I.V: Podrían hacer un montón de cosas. Desde luego, incorporar la igualdad en el currículum educativo desde la más tierna infancia, visibilizar en la educación el papel de las mujeres en la historia y en todos los ámbitos de la cultura, poner medidas efectivas para que se acabe con la discriminación laboral porque las mujeres en España cobramos un 30% menos que los hombres y eso es imperdonable.
También hay que poner permisos de paternidad y maternidad igualitarios e intransferibles para que el rol reproductivo no recaiga solo sobre las mujeres y así impedir que se nos discrimine laboralmente, hacer una ley de violencia de género real que incluya a todas las víctimas porque hasta ahora las únicas que se consideraban víctimas eran aquellas que tenían una relación sentimental con el hombre que las asesinaba o torturaba, mientras que las relaciones exclusivamente sexuales o en las que la mujer trabaja en la prostitución, así como las relaciones esporádicas no están cubiertas. Hay que impedir la publicidad sexista, exigir que se nos represente de manera real en los medios de comunicación.
En definitiva, tomárselo en serio y evitar recortar sistemáticamente los presupuestos destinados para ello. Si quieren arreglar el problema de la violencia contra las mujeres, solo tienen que escuchar al movimiento feminista, que tenemos una agenda perfectamente definida de lo que hay que hacer.
G.L: Hace unas semanas se formó un gran revuelo en torno a Carolina Bescansa, diputada de Podemos, por ir al Congreso con su hijo de cinco meses en brazos. Tuvo que soportar críticas tanto de hombres, como de mujeres. ¿Qué opinas al respecto?
I.V: Me atrevo a aventurar sin saber sus intenciones que fue un gesto simbólico. Creo que Carolina estaba tratando de poner sobre la mesa el debate del trabajo de cuidados y el trabajo reproductivo.
Como todos sabemos, una mujer para tener una carrera política o profesional, tiene dos opciones: o convertirse en una especie de superwoman que va a vivir en un constante estrés y angustia por llegar a todo, o renunciar a la maternidad. Si no lo hace, tiene que renunciar a esa carrera política que quiere hacer.
Estoy segura que Carolina sabe que hay una guardería en el Congreso, que por otro lado demuestra que los privilegios tienen que ver también con la crianza porque la mayoría de las mujeres no tiene dónde dejar de manera gratuita a sus hijos en sus puestos de trabajo. Pero pienso que Carolina estaba tratando de poner ese debate en boca de todos y realmente lo consiguió. Se demostró también cuál es la cultura política de este país, en el que se la estaba criticando, cuando en realidad era una manera de visibilizar que todavía hoy el trabajo de cuidados recae sobre las mujeres y la maternidad la hemos convertido artificialmente en un obstáculo para labrarse una carrera política o profesional en igualdad de condiciones.
G.L: El pasado domingo Jordi Évole demostró en el programa Salvados que el machismo sigue vigente en las nuevas generaciones. ¿Por qué no se educa en los colegios dentro de una línea feminista?
I.V: Porque el feminismo es profundamente transformador y hay mucha gente y muchos intereses que prefieren que las cosas sigan como están. Si empezamos a cuestionar la heteronormatividad y el hecho de que a las mujeres se nos asigne el trabajo de cuidados, va a establecerse una fuerte presión para impedirlo. Si se pone en duda que ese reparto en el que el sexo masculino es educado en la idea de que el mundo es el espacio donde cubren sus necesidades y las mujeres son educadas en la idea de que el mundo es el sitio al que hemos venido a cubrir las necesidades ajenas, habremos dado un gran paso, pero para ello, van a tener que cambiar muchas cosas y deben abolirse muchos intereses que hay por medio y que impiden que el feminismo en la educación se lleve a cabo.
Paula Montes: Como bien has dicho, el feminismo aboga por la igualdad entre hombres y mujeres. Ahora bien, ¿por qué la custodia compartida no es siempre una buena solución?
I.V: A pesar de que dentro del feminismo hay distintas opiniones sobre este tema, personalmente estoy en contra de la custodia compartida siempre y automáticamente porque el trabajo de cuidados de los hijos comienza antes de la separación.
Todavía hoy en el Estado español la mujer sigue teniendo el 80% de la responsabilidad del cuidado de los hijos de forma gratuita, siendo esta labor mucho más intensa que la del padre. A mi parecer, en los casos en los que hay acuerdo y en los que el padre lleva a cabo un cuidado responsable, me parece razonable que éste se siga corresponsabilizando del cuidado, aunque la pareja no funcione. Pareja y crianza son dos cosas muy distintas.
Sin embargo, hay muchos casos en los que pedir la custodia compartida no tiene nada que ver con el cuidado de los niños. A menudo por parte de padres que no han tenido un papel presente en la crianza de los niños y que lo hacen por cuestiones tan poco ligadas al derecho de sus hijos, como no perder la titularidad de la vivienda compartida o evitar el pagar la pensión compensatoria. Esta situación es muy triste, pero es real.
Por ello, el trabajo de cuidados debe empezar en el momento en que aparece la criatura. Ese es el momento en el que hay que responsabilizarse. Muchas veces, además, se plantea el derecho del padre para con sus hijos, cuando en realidad es el derecho de las criaturas a tener un entorno de crianza saludable, responsable y seguro.
Y bueno, después de esto supongo que imaginas lo que pienso de esos casos en los que encontramos violencia de por medio. Todavía hoy se da la paradoja de hombres condenados, con sentencias firmes por realizar actos violentos contra la madre y que a pesar de todo siguen teniendo derecho de visita sobre las criaturas o incluso custodia compartida. Esta situación es intolerable. Un hombre que maltrata a la mujer que dice querer no puede ser un buen padre jamás.
Luego tenemos el tercer supuesto que es el que conlleva la problemática de los hombres que utilizan la violencia contra sus propios hijos para hacerle un daño incomparable a la madre, los padres que cuando ejercen el derecho a estar con los niños, los asesinan solo por venganza de su mujer. En definitiva, la custodia compartida debería darse cuando la crianza haya sido compartida. Y por supuesto, siempre analizando caso por caso.
P.M: Últimamente se ha popularizado el uso del genérico “e”. ¿Qué opinas de ello? ¿Crees que es una solución adecuada para solucionar las tendencias machistas en el uso de la lengua española?
I.V: Creo que el uso del genérico es adecuado como símbolo para llamar la atención. Lo que tenemos que dejar claro es que el uso del masculino de forma genérica es patriarcal y discriminatorio hacia las mujeres. Aquellos que cuestionan este uso deberían preguntarse por qué dentro de una sala donde hay mayoría de mujeres decimos ‘todos’ en lugar de ‘todas’ o por qué, al parecer, el masculino como genérico incluye a las mujeres pero el femenino genérico no incluye a los hombres.
A mi parecer, el utilizar la “e”, la “x” o la “@” es simplemente una manera de realizar un gesto simbólico para llamar la atención acerca del grado de machismo que todavía persiste en el castellano actual.
Estoy segura de la existencia de otras formas de evitar este machismo que nos resulten menos extrañas, pero prefiero acostumbrarme al uso del genérico “e” que vivir escuchando siempre un “todos” que no me incluya a mí. El uso del genérico es un toque de atención a esa institución tan rancia llamada RAE, en la cual cinco de las acepciones del término mujer significan prostituta.
Hay un machismo profundo en la construcción del lenguaje castellano y pienso que los genéricos son una forma de reivindicar que tenemos que cambiar el lenguaje, porque este, al final es el que construye la realidad.
P.M: ¿Qué te parece que se convoquen concentraciones ultramachistas donde se proclama que la mujer no debe votar, ni trabajar y además se aboga por la legalización de las violaciones en propiedad privadas? Es cierto que finalmente se han cancelado las programadas en Barcelona y Granada, pero el mero ideario que tienen sus convocantes es de por sí preocupante, ¿no?
I.V: A mí me parece, por un lado, que esto muestra que estamos consiguiendo muchos avances que incomodan a los sectores más radicales, los cuales se están organizando y cada vez significan más un gran peligro. Aquellos grupos que reivindican la violación están cometiendo un delito de enaltecimiento de la violencia contra la mujer; un tipo de violencia que ha matado a más personas en la última década que cualquier otro tipo. Hay una impunidad con respecto a ciertos discursos que incitan claramente al odio y que fomentan una sociedad que legitima la violencia.
Me parece que estas personas están demostrando una ideología que se podría equiparar con la neonazi o la racista. No me parecen “tarados”, me parecen radicales de una ideología que está más extendida de lo que nos gustaría pensar.
P.M: ¿Crees que existen estereotipos ante la figura de la mujer u hombre feminista? Si es así, ¿cuáles crees que son?
I.V: Sí, claro que existen. Desde las mujeres que participaron en la Revolución Francesa y que luego fueron ninguneadas pasando por las luchadoras de la clase obrera y las sufragistas siempre ha sido lo mismo: que las feministas estamos amargadas, que somos feas y tenemos una dudosa vida sexual que va desde el lesbianismo hasta la falta de buen sexo. Esto es lo que se nos ha llamado a las mujeres feministas categóricamente y está muy relacionado con lo que dice Naomi Wolf en su libro “El mito de la belleza”. La obra muestra que a las mujeres siempre se nos ha castigado por nuestra actividad pública a través de nuestra vida privada. Especialmente en relación al aspecto físico y la sexualidad.
Así que claro, lo de que somos todas gordas, feas y “mal folladas” está más extendido y funciona más de lo que sería deseable. Obviamente todo el mundo sabe que no es cierto, así como eso de que las feministas nunca hemos entendido que hay muchas maneras de ser y estar en el feminismo. Creo que hemos aprendido a demostrar que nuestra venganza ha sido la alegría. Y las feministas ahora nos lo pasamos mejor que nunca.
Por supuesto, también hay estereotipos hacia los hombres feministas. Estos son en muchos casos atacados también por los machistas, que los consideran traidores de género y tienen que aguantar faltas como que se les tache de “poco hombres”, “maricones” y otros insultos contra su masculinidad o sexualidad. Sin embargo, todas estas críticas y estereotipos solo muestran la situación actual: estamos haciendo algo que no ve bien todo el mundo, intentar derribar el sistema heteropatriarcal.
P.M: Siguiendo la estela de la pregunta anterior, ¿Crees que el maquillaje es una imposición machista?
I.V: Bueno, hay una frasecita tonta que me gusta mucho y que dice que: “no está mal ser bella, sino la obligatoriedad de serlo”. Creo que el maquillaje en sí mismo, así como los tacones y los vestidos no tienen nada de patriarcal.
Lo que es patriarcal es que se nos imponga a las mujeres la obligación de ser de una determinada manera. No creo que haya patriarcado en el hecho de maquillarte o ponerte tacones y vestido si te apetece. Lo que sí me parece machista es la obligatoriedad de ser bella siguiendo los cánones de belleza femeninos creados por el heteropatriarcado capitalista.
La necesidad de responder al estereotipo creado de mujer perfecta: delgada pero voluptuosa, vestida enseñando el máximo, pintada y con tacones…sí es una realidad patriarcal. Estos cánones hacen que pensemos que tenemos la obligación de estar constantemente agradando al resto y en especial a los hombres, eso sí es heteropatriarcado. No pintarte o vestirte como te apetezca, porque tu quieres, sin el fin de gustar a la gente.
P.M: En nuestra universidad se ha creado el Hashtag #sinvalentín como forma de criticar los estereotipos relacionados con el amor romántico, lo cual ha tenido mucha polémica. ¿Qué opinas de esta festividad?
I.V: El hashtag #SinValentin me parece una idea muy buena. San Valentín me parece claramente una demostración de cómo el capitalismo tiene la capacidad de mercantilizar absolutamente todo; en este caso, el amor romántico.
A mí me parece preocupante la construcción sociocultural del amor romántico que todavía hoy existe, esa idea de relación heterosexual monógama “para siempre”, que hay que aguantar y permitir que se controle y que se coarte la libertad. Ese amor romántico tiene uno de los principales espacios de desigualdad para las mujeres hoy en día. Ese amor nace de la imposición a la belleza. Y no podemos olvidar que uno de los grandes problemas de las mujeres entre 15 y 35 años es el asesinato machista y nos estamos olvidando de que el machismo mata y que la idea de amor romántico que prolifera hoy en día es la idea heteropatriarcal, la cual es muy peligrosa, y creo que de alguna forma está corrompida por la idea de estar con una persona que se mantenga controlada y sumisa.
P.M: ¿Crees que las feminazis existen?
I.V: Creo que el término “feminazi” es una invención del patriarcado, de los machistas, para decirnos qué es lo que les parece bien y qué es lo que no les parece tan bien del feminismo. Obviamente, hay una gran diversidad de discursos feministas pero la ideología machista está dispuesta a tolerar solo una parte de estos que sería la parte que a mí no me incomoda ni me me cuestiona mis privilegios, pero en el momento en que me incomoda, que cuestiona mis privilegios y que cuestiona la dominación que puede ejercer un hombre soy tan feminazi como cualquier otra y se utilizará ese término para insultar. Pero como ya doy por imposible la eliminación del término feminazi, lo que tenemos que hacer es apropiarnos de él con sentido del humor.
P.M: ¿Y consideras que las hembristas existen?
I.V: Me parece lo mismo, un término machista para definir qué tipo de feminismo le parece tolerable a la sociedad y cuál les incomoda. De hecho, todavía nunca he conocido a ninguna persona, ninguna mujer que vaya por el mundo amputando penes. El feminismo es la única ideología revolucionaria que no ha tenido ninguna víctima mortal, al menos voluntaria. El feminismo nunca ha utilizado la violencia como medio. Nunca.
Entonces esa interpretación de hembristas y feminazis me parece completamente artificial, con el único fin de separar el discurso feminista que no incomoda de aquel que no es aceptado socialmente. Como dice Ángela Davis, un hito feminista,“el feminismo es la idea radical que sostiene que las mujeres somos personas”, Y eso es algo tan básico y tan radical que no tiene crítica posible.
Luiza Velizarova: Muchos consideran a Angela Merkel y a Margaret Thatcher un ejemplo de mujer feminista, ¿qué opinas tú de ello?
I.V: No tienen ni idea de lo que es el feminismo. O sea, creer que Margaret Thatcher y otras mujeres que han alcanzado el poder, las cuales presentan actitudes del liderazgo masculino, del liderazgo más gañán, solo demuestra que dicha mujer es perseverante, lista o mayoritariamente ágil.
En los casos en los que una mujer llega a ser presidenta, teniendo actitudes caracterizadas por el estereotipo masculino, lo único que se demuestra es que hay un espacio en el poder, reservado para las mujeres, únicamente reproduciendo las características del liderazgo masculino.
Por ello, sería tan tontería creer que la llegada a altos puestos de la mujer hace que la sociedad haya dejado de ser machista, como pensar que el hecho de que Obama sea presidente de Estados Unidos quiera decir que no existe el racismo en ese país.
L.V: En campaña electoral, surgió una polémica en torno a Albert Rivera (Ciudadanos) porque dijo que se tenía que equiparar la violencia machista al resto de violencias. ¿Por qué la violencia machista debe tener un estatus diferente a otras formas de violencia? ¿Qué la hace especial?
I.V: Porque la violencia machista es una violencia ideológica. Vivimos en un sistema en el que las mujeres no tenemos ni los mismos derechos ni las mismas oportunidades que el hombre y esto genera las condiciones para que se mezclen el concepto de violencia con machismo, que es violencia ideológica. Los hombres que asesinan y agreden a mujeres lo hacen porque creen que, de alguna manera, las mujeres somos menos personas, y lo hacen porque la ideología machista, de alguna forma, les legitima para eso.
La violencia machista tiene un origen ideológico y la violencia ideológica se arregla con educación, con conversación. Porque, de la misma forma que no se nos ocurriría comentar un crimen racista o un crimen neonazi, como si no pasara nada, porque hay un componente ideológico que lo hace especial, tampoco debemos olvidar que el asesinato de una mujer a manos de su marido es violencia machista.
L.V. Dentro del ámbito feminista, existe cierta discrepancia respecto a las reivindicaciones que realiza el colectivo FEMEN. ¿A ti qué te parece su forma de entender el feminismo y su forma de expresarlo una buena forma de entender el feminismo?
I.V: Yo creo que, por suerte, el feminismo es una línea esencial y una ideología en la que caben muchísimos planteamientos. El feminismo representa un planteamiento ideológico muy dinámico, que une diversos puntos de vista y opiniones. Por ello hay determinados grupos que adquieren visibilidad por la forma específica en la que luchan, al salir por televisión debido a la polémica que crean, por ejemplo.
Yo creo que no está mal recurrir a diversos medios para reforzar la denuncia feminista, pero en muchas ocasiones estos grupos llevan a cabo algunas manifestaciones que rozan lo extremo, por lo que creo que deberían hacer autocrítica, como el hecho de utilizar la dominación patriarcal contra las culturas y la malversación del erotismo, como en la cultura Islámica, sin hacer la misma crítica en culturas como la nuestra. El feminismo es básico y me parece bastante sistemático que se debe hacer autocrítica de muchas cosas.
L.V. ¿Qué mujer debe romper más esquemas machistas: la sexualizada y considerada perfecta por la sociedad capitalista y heteropatriarcal o la mujer discriminada por no ajustarse a los cánones de belleza?
I.V: Yo considero que esa división es artificial. Esa división la hace el sistema patriarcal, entonces, yo creo que una mujer no debe sentirse en sí misma mejor o peor desde la perspectiva de cómo debería ser según la sociedad. La mujer debe verse a sí misma y a la imagen que tiene de sí misma con una sensación de amor .
Y los hombres deben luchar para que la mujer se libere de los prejuicios, rechazar el canon de belleza establecido y ver la realidad desde la subjetividad. Porque el canon te está diciendo qué es lo que te tiene que gustar, y esa división creada es artificial.
L.V. ¿Crees que la prostitución debe ser abolida o regulada?
I.V: Ese es uno de los grandes debates del feminismo y es muy complejo. Sin embargo, no está muy debatido. Efectivamente, creo que hay que acabar con el tráfico de personas. Es decir, hay que evitar que ninguna mujer sea obligada a participar en el negocio de la prostitución en contra de su libertad, eso es lo prioritario. Creo que hay que concienciar mucho a los hombres para que en ningún caso contribuyan a que sean obligadas a ejercer la prostitución mujeres que no quieren hacerlo, pero creo que en el caso de que haya mujeres que decidan dedicarse a la prostitución, no tenemos que imponerles la doble moralidad de no tener las condiciones laborales básicas que tenemos el resto de personas.
A mí me gustaría vivir en un mundo en el que ningún hombre le pague a una mujer para que haga algo que ella no quiere hacer, pero también es verdad que hay situaciones de precariedad laboral de las que normalmente son víctimas las mujeres, que son todavía peores o que se pueden equiparar a la prostitución. Entonces yo creo que tenemos que tratar de que no haya ninguna mujer ni ninguna persona que haga algo en condiciones de trabajo indignas. Tienen que decidir los hombres en qué medida quieren tener acceso al sexo y de contratar los servicios de una mujer, y que la mujer que decida libremente trabajar en el mercado del sexo tiene que tener condiciones laborales dignas.
Guillermo Luna González, Paula Montes Pérez y Luiza Velizarova Usheva